Curiosidades científicas sobre
los tatuajes
Tatuarse la
piel es una costumbre muy antigua, como ponen de manifiesto los dibujos
hallados en la piel de la famosa momia Ötzi, cuyo origen se remonta a hace más
de cinco mil años.
Los
motivos que pueden llevar a una persona a tatuarse pueden ser muy variados, del
mismo modo que también lo son las razones que a veces nos llevan a
arrepentirnos. Sea como sea, no cabe duda de que se trata de un hábito que no
pasará de moda con los años, por lo que hace tiempo que la ciencia decidió
unirse a ellos, tanto estudiando sus ventajas (que, aunque no os lo creáis, las
tienen) como utilizándolos como base para nuevos inventos.
Hay,
por lo tanto, mucha ciencia detrás del arte del tatuaje, pero veamos
en qué consiste.
La ciencia del arte de tatuar
¿Os
suena el nombre de Thomas Alva Edison? Seguro que sí pues se trata de uno de
los inventores más prolíficos de la historia, pero lo que puede que no sepáis
es que entre sus muchísimas patentes se encuentra la de una máquina que,
a pesar de haber sido ideada para el trabajo de oficinistas, acabó
convirtiéndose en la famosa y temida aguja de los tatuadores.
Pero
este no es el único detalle científico que se esconde detrás del arte de
tatuar, pues para hacerlo es necesario tener unos
conocimientos básicos sobre la fisiología de la piel, pues
esta tiende a renovarse cada cierto tiempo, pudiendo llevarse con ella el
dibujo en caso de no haberse hecho correctamente.
Con el
fin de evitar que esto ocurra, los tatuadores introducen la tinta en la dermis, una
capa que, al ser más profunda que la epidermis, se encuentra protegida del
descamamiento y el deterioro ocasionado por agentes externos, como la luz del
sol.
Esto
no salva a los pigmentos del ataque del sistema inmune, que interpreta el
tatuaje como la herida que es y envía hasta allí un regimiento de glóbulos
blancos. Afortunadamente, aunque estos "soldados" degradarán parte
del tejido teñido, las moléculas de pigmento son demasiado grandes para
ser retiradas totalmente, por lo que el tatuaje permanecerá en su sitio,
afectado por poco más que una leve inflamación.
Tatuarse, un hábito que parece
ser bueno para la salud
Aunque
todavía existen algunas personas que siguen asociando los tatuajes a tipos
duros y maleantes, lo cierto es que es una práctica cada vez
más común, que puede observarse en hombres y mujeres de cualquier
edad.
De
hecho, muchos estudios científicos han contribuido a demostrar los beneficios
que aporta para nuestra salud, tanto física como psicológicamente.
Un
claro ejemplo es el de un estudio reciente llevado a cabo por científicos de la
Universidad de Alabama, que demostró los efectos beneficiosos sobre el sistema inmune que
tiene tatuarse. Y es que, como ya hemos visto, la primera vez que nos tatuamos,
nuestras defensas se ponen en guardia ante la tinta que invade el organismo,
pero si volvemos a hacerlo más adelante éstas se irán reforzando, como si de
una vacuna se tratase.
Por otro lado, también existe
un estudio de la Universidad de Texas en el que se evalúa la correlación existente entre el número de tatuajes y el
nivel de autoestima de las mujeres y, aunque pueda
parecer que no tiene nada que ver, lo cierto es que la asociación resultó ser
bastante clara.
Por lo
tanto, si en vuestra última noche de borrachera os hicisteis un tatuaje del que
os arrepentís, no temáis, puede que vuestra salud os lo agradezca, aunque
vuestra dignidad opine lo contrario.
¿Es cierto que es adictivo
tatuarse?
De
borrachera o no, los que tenéis un tatuaje sabeis que una vez que te haces uno
te corroen las ganas de volver a tatuarte próximamente y así, poco a poco, llega un momento en el que se convierte en una verdadera
adicción.
En
principio, al no tratarse de algo tan peligroso como otros objetos de adicción,
acudir con mucha regularidad a nuestro tatuador de confianza no tiene por qué
ser un motivo de preocupación, aunque cuando se convierte en un hábito
insistente, que interfiere con el desarrollo normal de nuestras vidas, sí que
debemos preocuparnos. Pero, ¿a qué se debe este
impulso incontrolable?
Más
allá de las connotaciones personales de cada uno, del mismo modo que ocurre con
otras adicciones, la culpa de que algunas personas se enganchen a los tatuajes
la tiene la liberación de sustancias como las endorfinas, que son producidas
por la glándula pituitaria y el hipotálamo como respuesta natural al dolor
lógico de que nuestra piel sea perforada por una aguja.
El
problema es que esto actúa sobre los sistemas de recompensa del cerebro,
produciendo una sensación de placer que se hace cada vez más necesaria y dando
lugar a una adicción similar a la de otros compuestos, como la morfina.
No es necesario ser un adicto
para arrepentirse
A
veces no necesitamos sentir un impulso incontrolable para hacernos tatuajes de
los que terminaremos arrepintiéndonos. Caprichos inconfesables de juventud,
nombres de ex parejas y un largo etcétera se encuentran grabados en la piel de
miles de personas a las que les encantaría retroceder en el tiempo para
eliminar el momento en el que se les pasó por la cabeza hacérselo.
Y como
el tema de los viajes en el tiempo todavía tiene unos cuantos asuntos que pulir
para poder llevarse a cabo, la startup Ephemeral ha
presentado este año una tinta diseñada para ser eliminada después de un año,
debido a que las moléculas de pigmento, mucho más pequeñas que las
convencionales, pueden ser capturadas fácilmente por las células del sistema
inmune, que acabarán dando buena cuenta de ellas.
Si
pasado un año estais seguros de que hicisteis lo correcto, siempre podéis
recurrir a los tatuajes de toda la vida, pero hay que reconocer que tener una
oportunidad para arrepentirse es una gran suerte. Eso sí, si aún así os acabáis
haciendo algo de lo que os terminéis avergonzando, la ciencia no se hace
responsable; eso ya es cosa vuestra.
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